martes, septiembre 05, 2006


REVISTA PLENILUNIO No. 3
32 págs.
Mayo 2005
Homenaje al poeta ISAÍAS GAMBOA
Cali, 1872, Callao, Perú, 1904
Contenido :
Ensayo Isaías Gamboa, Un poeta ante el destino
Por Leopoldo de Quevedo Monroy
Poemas de :
Adiela María Abril
Alejandro Astorquiza
Ana María Múnera
Gloria María Medina
Leopoldo de Quevedo
Milton Fabián Solano
Julián Cardona, novel poeta

ENSAYO
ISAÍAS GAMBOA, Un poeta ante el Destino

Le correspondió heredar la vena poética del romanticismo y también fue contemporáneo de los grandes del modernismo a quienes estimuló en la gloria y con fortuna. Poseedor de una rara vocación de autodidacta, extendió su existencia por Centro y Suramérica creando poesía y enseñándola. El mundo apenas lo tuvo en su seno 32 años pues la melancolía, -palabra y sentimiento – que siempre lo acompañó en sus escritos y la tisis, clavaron pronto la fosa.

No haría falta hacerle la biografía pues en su novela La Tierra Nativa, los acontecimientos de Andrés pueden ser los del mismo Isaías:

“Desconocidos anhelos inquietaron su mente desde los claustros del colegio; soñaba con viajes, con aventuras de novela, con la fama; y un buen día, entre las lágrimas de su familia, se marchó del hogar con el equipaje de estudiante pobre”.

De recia personalidad y carácter, las elites intelectuales de su época ya fuera en Bogotá, Centroamérica o Chile lo acogieron y aclamaron sus dotes de escritor.

….” Se lanzó a la vida solo, conoció el mar, otras ciudades, otras gentes, escribió versos, tuvo aventuras; se hizo hombre por su propio esfuerzo; vio de cerca, en fin, todo aquello que él presentía de niño, todo lo que sus montañas le ocultaban, ese mundo que se había figurado muy hermoso, muy dulce y que era, en realidad, un poco triste”.

En su poesía se oye la música que va formando palabras conforme van apareciendo los versos. Imposible no hacer referencia al poema que junto a Primavera y Fantasía sobre “La Samaritana” de Rostand lo llevaron a la apoteosis. Si parecieran oírse los clarines en los versos de Darío, en Ante el mar se siente el vaivén y se oye casi el rumor de las olas:

Hoy ¿a dónde? Ya la nave
que me espera tiene un rumbo.
Y, ¿mañana? ¿Quién lo sabe?
Es mi suerte como un tumbo que de playa en playa rueda
Sin que nadie decir pueda
de do viene, a donde va!

No es una casualidad que el joven poeta Gamboa fuera escuchado en ateneos y universidades y que sus versos fueran profusamente buscados por las publicaciones de su época. Es que en él confluían las corrientes del siglo que agonizaba y empezaba a configurar el nuevo con su luz modernista. Gamboa era como una caja musical que irradiaba poesía a su brazo y Erato a su diestra le iluminó y le mostró el camino.
Ungido y coronado como cantor del amor y la tristeza sus pocos años bastaron para dejar todo un legado, todavía no bien valuado.

…."Llevo un puñal finísimo y agudo
clavado en la mitad del corazón
y con la sangre que la herida vierte
hago mis heridas yo"….

Vivió para el mundo, para su familia, para su patria y, ante todo, para la poesía. Su vida personal empezó cuando tomó la decisión de ir a buscar su destino que no fue otro que el quehacer poético.

Desde 1.893, cuando emigró solo, como las golondrinas, a Centroamérica, hasta 1.904 cuando fue en viaje por la muerte, sólo la Poesía lo mantuvo vivo.
Las mujeres, la mujer, ese es otro complemento para el hombre, fue un sucedáneo en sus momentos de soledad, mas no lograron capturar su esencia. A ellas dedicó el arpegio variado de su Gracia:

….”Vuelve al cielo el zafiro y los destellos
que al sol robaron. Déjale a la aurora
la madeja de luz de tus cabellos
en que preso mi espíritu se enreda.
Desligada la gracia tentadora
que nunca más enloquecerme pueda
Devuelve lo que es suyo a la Natura…”

Las cartas, - parte del patrimonio poética y testimonio de su sensibilidad y fidelidad a sus amigos y a Princesa, su amor platónico-, ocupan lugar que hay que visitar sin afán, para percibir la delicadeza de su espíritu. Aquella, de junio 15 de 1.904, premonitoria de su fin:

“¡Feliz quien ha tenido un grande amor que ilumine su vida!. El que ha amado hasta la sublimidad, ya puede vivir…¡y ya puede morir! Tú, ya puedes vivir; yo, ya puedo morir.”

Gamboa merece una y mil lecturas. Está en mora un análisis amplio y la difusión, no sólo por la comarca en que nació, de su obra. La bibliografía es amplia en Chile y en los países en que la vida deparó disfrutarlo de su musa. En Colombia y aún en el Valle del Cauca, su terruño, su obra ha sido tocada muy superficialmente. Solo su familia y unos pocos discípulos se han esforzado por hacer sobrevivir los versos y la memoria de este malogrado bardo. Loor a Plenilunio que dedica estas líneas.

Con mucho gusto publicamos el Poema Ante el Mar, que le abrió las puertas de la gloria. Leído y aclamado en el Ateneo de Santiago de Chile en abril de 1902.


ANTE EL MAR


Mi pensamiento como una golondrina,
pasa rozando el mar con sus alas,
y mi imaginación,
pájaro salvaje y
vagabundo, recorre distancias inmensas,
atravesando velozmente los aires.

BYRON


A mis ojos vacilantes, vagos, húmedos y tistes
que reflejan tus destellos áureos, lívidos y rojos
a mis ojos, bajo el cielo, contra el cual furioso insistes
con tu rabia de Satán.
Otra vez en mi camino, cual te he visto tantas veces,
apareces, en mi ruta de cansado peregrino,
¡Turbio mar!

Sobre el muelle tembloroso de tus alas incesantes
se retuercen, gimen, gritan
y se agitan, anhelantes de catástrofe fatal,
te contemplo, mar brumoso,
mar rugiente y espantoso, mar hirviente,
¡Ronco mar!

No has cambiado, siempre el mismo
siempre el móvil y profundo, vago abismo,
que en sus vórtices quisiera lo existente sepultar,
no has cambiado, no has cambiado, mas mi vida, sí, la mía,
que es distinta, muy distinta de cual era en aquel día
que te vi por vez primera,
muy distinta el cual era,
¡Fúlgeo mar!

Bien recuerdo En los anhelos de mis locas esperanzas escrutaron sus pupilas tus azules lontananzas,
mas allá de lo visible, mas allá
yo era el pájaro atrevido que escapábase del nido,
y al mirar de las gaviotas el constante y ágil vuelo
bajo el cielo, yo quería
ir como ellas y con ellas do tu imperio acabaría,
¡Raudo mar!

Y partí... Fue una mañana. Fajas grises
extendían sus cortinas y tapices
sobre fúlgidos umbrales,
sobre muros de palacios celestiales
en el limite ilusorio de la azul inmensidad,
y el acaso
iba abriendo en tus olajes los senderos a mi paso,
los senderos que la suerte ha trazado en mi existencia
conduciéndome a la muerte
¡Negro mar!

Y riberas
extranjeras
me esperaban, diferentes
tierras, pueblos, lenguas, gentes
con que no soñé jamás
y contrastes de alegrías
del amor, melancolías
del dolor, acerbas penas
insondables, cual tus aguas de amargura siempre llenas,
¡Torvo mar!


Y otra vez ante mi vista
te presentas! Y mi pecho se contrista,
se estremece, languidece,
cuando veo con pesar
que no tengo aun rendida y acabada
la jornada, la espantosa, gran jornada de la vida,
¡Luengo mar!

En mi alma
y en tu alma que conozco yo ,la calma
nunca ha sido, іnunca! ... Siento
que algo tuyo en mi se agita, tus tormentas, tu tormento,
tu inconstancia, tu amargura,
tus protestas a la altura con tu voz de tempestad,
y cual tu, también he ido, viajador de polo a polo,
siempre adusto, siempre grave, siempre triste, siempre solo,
Vasto mar.

Hoy ¿ A dónde? Ya la nave
que me espera, tiene un rumbo
¿Y mañana? ¿Quién lo sabe?
Es mi suerte como un tumbo que de playa en playa rueda,
Sin que nadie decir pueda
De do viene, a donde va!

Triste, mísero despojo del naufragio de la vida,
mi existencia, como un ave cuyas alas están rotas,
a regiones siempre ignotas
por tus ondas va impelida, va impelida,
¡Lento mar !

Yo, el errante peregrino
a quien dio fatal destino varia senda,
¿dónde plantaré mi tienda?
¿a qué golfo de ventura mi barquilla arribará?
En el frío desamparo de la ausencia sobre un atrio,
he soñado en los vergeles de mi hermoso suelo patrio...
Mas su imagen no me alegra.
En su cielo se ha extendido una torva nube negra...
Profanando el sacro Monte,
yo me acojo bajo el ancho pabellón de tu horizonte,
¡Libre mar !

¡Leve el barco! Si está escrito
que parezca lejos, solo y olvidado, oh infinito
mar, recíbeme y sepúltame en el fondo
de tus lóbregas entrañas, lo más hondo, lo mas hondo
tal que nadie pueda hallarme ni turbarme
¡Nunca más !

Y al arrullo de tus olas, cadencioso como un canto,
duerma yo mi último sueño misterioso bajo el manto,
de tus cándidas espumas, de tus iris, de tus brumas,
¡Verde mar!

Isla de Trinidad 1901.




Bibliografía

GAMBOA, Isaías. Obra poética. Isaías Gamboa, su vida y su labor poética. Cali: Imprenta Departamental del Valle del Cauca. Asociación de antiguos alumnos de la Escuela Isaías Gamboa. 2001.
GAMBOA, Isaías. La Tierra Nativa. Cali: Imprenta Departamental del Valle del Cauca. Asociación de antiguos alumnos de la Escuela Isaías Gamboa 2001.
SILVA HOLGUÍN, Raúl. Valle del Cauca – Tierra de Promisión. Tomo I. Cali: Imprenta Departamental del Valle del Cauca. s.f. Págs. 45-46.

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1 comentario:

DIANA MARIA GIRON DE LA BARRERA dijo...

felicitaciones porque ustedes tienen la loable misiòn de no dejar morir al paìs en la desesperanza.
Quiero enviarles parte de mi producciòn para que la lean sin ningùn compromiso, por favor me envian un correo donde pueda hacerla llegar.
GRACIAS.