martes, septiembre 05, 2006




Revista No. 5
Agosto de 2005
Págs. 32
Homenaje al poeta ANTONIO LLANOS
Contenido :
Ensayo : ANTONIO LLANOS, Verbo iluminado
Por Leopoldo de Quevedo y Monroy
Poemas de :
Álvaro Aldana
Alejandro Astorquiza
Milton Fabián Solano
Mercedes Martínez
Gloria María Medina J.
María Teresa Gamboa
Ana María Múnera
ENSAYO :
ANTONIO LLANOS, Verbo iluminado
Cali, 1905-1978

Nacido en la ciudad de Cali el 11 de julio de 1905, su educación, - vasta y profunda en las letras -, como la de muchos de sus contemporáneos, se debió a la medida de su propio gusto de autodidacta, según palabras de Carlos Martín, uno de sus amigos y del grupo de Piedra y Cielo, a cuyas reuniones el poeta Llanos asistió, aunque su presencia era fugaz, discreta y misteriosa, como su poesía.(1)

En 1930, a los 25 años, ya era director de la Revista de Occidente desde la cual convocó a escritores de la talla de Ricardo Nieto, Mario Carvajal, Gilberto Garrido, Carlos Villafañe, Silvio Villegas, Héctor Fabio Varela, entre otros. También dirigió El Diario del Pacífico. (2). A tan corta edad Llanos era un fanal que irradiaba una luz propia y logró congregar en torno a si a las mejores plumas de la región. Poseía una formación literaria, filosófica y humanista con la cual su pensamiento transverberaba para dejar ver regiones y límites jamás sospechados.

No importó su labor de anfitrión de escritores y la raigambre en su terruño. Alzó vuelo para conocer otras latitudes como Chile y Centro América. Fue conocido como poeta, prosista y crítico literario. Eduardo Barrios, crítico chileno, al referirse a su obra escribió : Antonio Llanos… es un maestro porque domina la forma en sus más sutiles secretos, denso porque, además de darnos algo tan hondo que linda con la religiosidad, se desprende de los valores circunstanciales y, nuevo porque introduce en las formas clásicas los más frescos materiales líricos. (3)

Para analizar la obra de Antonio Llanos el lector tendría que convertirse o en un enfermo para sentir su dolor, en un biólogo para cisurar y levantar las telas de su humanidad herida, en un filósofo para acompañarlo en el vuelo de sus elucubraciones o en un poeta para saborear la dulzura delicada de su verbo inspirado :

Si no fuera por ti, ¡oh muerte!, tantas cosas
inadvertidas fueran.
Otorga tu silencio soledad a las rosas,
por ti los ojos míos en el lucero esperan.

Si no fuera por ti, el amor no tendría
tan suave ternura, tan firme retener
de las cosas que amamos : nube, flor, poesía
y este divino atardecer
”.

Fue Llanos poeta nato, cuyo aprendizaje, sin duda, se nutrió en su lengua, de los maestros de la antigua latinidad como Virgilio, máximo cantor en sus églogas del campo y sus idilios y Catulo, expresión de la terneza del amor. Leyó, sin duda, todos los poetas de la formación de la lengua de Castilla, como Berceo, Boscán, Herrera, Ruiz, Caro y Cetina, los clásicos de la Edad de Oro, Garcilaso, Lope, Góngora y Quevedo, y los místicos de la noche oscura y de la muerte viva, Juan de la Cruz y Teresa la de Ávila. Sin duda, bebió las mieles del Cantar de los Cantares y conoció las joyas de Salomón en el libro de la Sabiduría. Él recogió en su obra esa herencia que hoy poco a poco se olvida y se pierde.

Llanos fue un iluminado que incursionó con éxito en la poesía mística. En este cuarteto de Ternura del Amado se percibe el eco de Teresa de Ahumada y de Juan de la Cruz :

Vivo sólo de amor para el Amado
pues de los vanos seres no soy dueño
Ensancho mis orillas cuando sueño
y no sé si he vivido o he soñado.

Sentimos la frescura virgiliana y el solaz del idilio en el campo en Elegía pastoral:

Hoy hemos vuelto juntos
al cielo de este campo
para buscar la flor
que te besó en los labios.
Creemos todavía
que no somos extraños,
que el nido reconoce
los extraviados pájaros.
…..

Publicó en 1942 su libro de sonetos Temblor bajo los ángeles, en 1950, Casa paterna, Rosa secreta y La voz entre lágrimas, una sinfonía de elegías, Evasión del hombre y La Madre muerta en 1958.

Sus elegías son la impronta de su ser en trance de la luz inalcanzable y del desapego material. Sus mismos títulos ya son un poema : Canción para decirla siempre, Elegía con música de amor, Elegía tierna, Has vuelto, Canción entre lágrimas, Elegía escrita sobre el agua, Elegía salobre, Elegía suspirante, Te has ido, Elegía entre la niña y el canto, Canción casi sin palabras, Balada sin sentido. Son expresión de extrañamiento, autoexilio en su mundo de soledad, dolor y locura.

De Elegía Fatal, estos versos que sumergen el espíritu en el más hondo suspiro por un amor sentido y por fin perdido :
….
Todo dolor de amor
el imposible alcanza.
La belleza se alumbra
con una sola lágrima.
Mira si no la noche
oscura y despojada,
llora después un poco
y retorna a mirarla…
¡y verás las estrellas
en el fondo de tu alma!
….
Digámonos adiós
que la tarde se acaba.
Para tanto dolor
este instante me basta.
¡Tu destino es volver,
volver siempre a mi alma!

Antonio Llanos como poeta, en sus últimos años, más que un hombre que escribe, fue un alma lacerada. Su alma no resistió y abandonó su cuerpo, alienándolo en la simplicidad vegetal en un reclusorio en medio de su natal ciudad en donde murió en 1978 a los 73 años.

El poema, de corte piedracielista, Tiempo de Misterio lo acerca a la dupla de la locura y de la muerte que late cada vez más con frenesí, frecuencia y patetismo :

Ya estoy contigo, madre, bajo el leve
cielo apretado de luceros hondos.
Ya no temo a la muerte y sólo espero
entre sus brazos el silencio todo.
Ya bien sé que en las alas de la muerte
la plenitud de Dios se entrega al ojo
con toda su hermosura y su misterio
como al mundo las bellas tardes de oro.
Y entre tu pecho, madre, y este mío
ya nada nos distancia. Y en mi lloro
hunde inocente el ángel su mirada
y yo el azul me bebo sorbo a sorbo.

Su poema Elegía total merecería ser el epitafio que envolviera y fuera muestra de su obra y de su numen :

Afuera el silencio todo.
Adentro todo el silencio.
A la luz de lo perdido
el alma duerme en desvelo.
De nuevo el sentido puro
despojo de tierra y cielo
y el desnudo corazón
cúpula de los luceros.
¡Oh noche, tan sólo mía
tómame en paz! Ya no espero
en los brazos de la muerte
oir más hondo silencio…


Llanos aprendió a jugar, a soñar, y a vivir con la poesía. A lo largo de sus poemas va escalonando sin esfuerzo palabras que parecieran claves en su poesía : lucero, luz, sueño, sombra, muerte, estrella, rosa, brillo, nube, cielo, silencio, voz, pájaro, tarde, lágrima, lluvia, flor, árbol, rocío. Son los valores que brotan espontáneos de su mente y de su corazón. Eran el continuo alimento de su alma. Era un pájaro azul que picoteaba granos ya de agraz ya de ajenjo para su cuerpo grácil y frágil que aligeraran el vuelo.

Como si presintiera que su final sería un desprendimiento y un desligarse, un pasar de lo material a lo inmaterial, en su poesía hay un recurrente erguirse a las alturas. De Elegía sollozante, “una de las estrofas más trágicas y bellas que se han escrito en la poesía española”, según su amigo, el poeta Octavio Gamboa (4):

Arriba el cielo inmenso:
pequeñez estrellada.
Abajo el hombre oscuro:
pequeñez desolada.
Confundidos y pávidos
en esta noche callan
y cada uno al otro
le increpa su distancia.

Termina Plenilunio el presente homenaje a Antonio Llanos con este cuarteto de la Canción del Retorno con la cual hacemos una invitación a saborear cada palabra y cada imagen de su obra:

Nos quedamos oyendo la noche
que confunde en la sombra estrellada
el pausado rumor de la música
y el divino silencio del alma.





Bibliografía consultada y sugerida :

(1) MARTÍN, Carlos. Manual de literatura colombiana. Tomo II. Piedra y cielo. Bogotá: Planeta. 1993, págs. 94-95
(2) MARTÍNEZ M., Guillermo E. La poesía en el Valle del Cauca. Cali: Imprenta Departamental. 1954. págs. 67-68
(3) Ibid.
----------- Algunos prosistas del Valle del Cauca. Antonio Llanos. Meditación sobre Porfirio Barba Jacob. Cali : Imprenta Departamental. s.f. Págs. 158-165
(4)LLANOS, Antonio. Antología Poética. Prólogo de Octavio Gamboa. Bogotá: Intergráficas. 1982, Págs. 22-23
LLANOS, Don Antonio. En Los Poetas. Flores de varia poesía. Biblioteca Aldeana de Colombia. Bogotá : Minerva. 1936. Págs. 159-162




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